Thursday, May 05, 2011
Algunas palabras Sobre una Momia
Después de lograr que su blog fuera declarado de interés barrial (esto es, en el radio de unas cuatro a seis manzanas, los límites son difusos) maldoror se abocó a realizar uno de sus sueños de juventud, de cuando vivía allá en Santa Fe y estudiaba traductorado de inglés: construírse una pirámide para poder morar dentro, protegido por el frío y la humedad que le hicieran de refugio contra el desmoralizante calor y el sol abrasador del Chaco. Como no pudo llegar con la guita para comprarse la villa de Berlusconi en Laco di Como y llenarla de putas, bien valía lo que había juntado con rifas y empanadas, para comprar las casas de alrededor y adueñarse de la manzana. La habitación que quedaba en el centro de la pirámide sería la cámara mortuoria. Hubo que demoler muchas casitas, con la gente adentro, y perros y chicos que lloraban, ancianos que no se podían mover lo suficientemente rápido y que quedaron debajo de los escombros. No importa, todo hace de relleno para una buena empanada, hasta la papa sirve, las pasas de uva, todo agrega. Allí se acomodaría a esperar la llegada de la fin del mundo, la venida de Ctuhlhu y sus muchachos peronistas, que lo rescatarían del cruel reinado de la Conciencia Castrante y del Demiurgo Monitor Panóptico, que todo lo ven. Dispuso de ofrendas para los dioses, como su colección de cds de jazz del sello Blue Note, revistas Fierro y Playboy, algunas Interviú (la que tiene a Marta Sánchez en bolas, todo un tesoro sin salpicaduras de semen) y algunas Penthouse. Para preservarse de los saqueadores de tumbas, dispuso de trampas, como mesas servidas con picadas y fernet con coca, camas arropadas en lino rosa con vedettes allí recostadas, que eran en realidad súcubos que destripaban a los inadvertidos huéspedes, o corredores que derivaban hacia insospechados lugares, como comisarías, o agencias de la AFIP. Todo era mejor así, con las precauciones necesarias, y un cierto toque de estilo Vincent Price, no como algunas momias de papel maché, colectiveros de las Líneas Al Más Allá, que se enterraban con sus colectivos, envueltos en ristras de boletos sin cortar, víctimas de los temibles profanadores, buscadores de capicúas. La momificación, SU momificación, era un tema que había estudiado durante años. Como no podía contar con la ayuda de nadie que lo vaciara de sangre, sesos, y demás órganos, habría de implementar el método que usaban los monjes zen del Japón: ayuno casi total durante cuarenta días, una dieta a base de agua muy alcalina, corteza de pino y sauce, y si esto les parece demasiado ascético, era la mortaja lo que endulzaría su partida al más allá. Maldoror había descubierto que la miel y el ámbar conservaban insectos fosilizados por miles de años hasta ser descubiertos, por eso embebió metros de lino en una mezcla dorada de savia de pino, sabia resignación, ámbar y miel con los que se envolvió para reposar sobre un sarcófago ovalado donde podía leerse en áurea filigrana 'No Me Rompan las Pelotas'
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