Saturday, August 24, 2013

Justicia Poética




 Mis queridos contertulios: continuando con nuestra velada de revisionismo histérico y espantologías  varias, quisiera dirigir su atención por encima de esta linterna que me pongo debajo de la cara para parecer más fantasmagórico en la ubicua penumbra del local, y referirles la historia de GASPAR, el profesor de literatura. Era este un especímen como abundan en las grandes ciudades atestadas de gente medianamente educada, con pretensiones de seguir lo artificioso de una vocación artística, el berretín favorito de los hijos de la burguesía  finisecular, hijos de profesionales en ciencias humanísticas, a quienes la comodidad de su posición otorgó la gratuidad de la información y el privilegio de la formación cultural, y que, a pesar de no conocer la pobreza, se sentían atraídos por los desposeídos.
Cuando Gaspar se recibió de profesor de Literatura, quiso hacer algo distinto, por eso presentó un proyecto en la SECRETARIA DE CULTURA para coordinar ese caldero del Demonio, ese vientre de Leviathan  que dan en llamar TALLER LITERARIO (efecto de ulular de viento, efectuado por un theremin) Los alumnos que Gaspar atendía eran la ralea típica de un barrio desfavorecido: un desocupado, un ex adicto, una madre soltera, un minusválido por accidente laboral, y un ex presidiario. Gaspar comenzó por darles vía libre, y a manera ‘romper el hielo’ los alentó a que escribieran sin presiones de género o forma, un cuento. Les dio una semana, y al cabo de siete días, recogió los trabajos, y sin demasiada expectativa . Su sueño siempre había sido repartir nombres de autores como el viejo en ‘Perros de la Calle’, y que cada uno escribiera un cuento imitando el estilo del autor que le tocara en suerte; incluso imaginaba que con el tiempo, los  elegidos se irían asimilando tan bien sus estilos, que se metamorfosearían físicamente en los autores mismos: Mr Poe sería el glauco y grave señor de bigotes de West Virginia, por más que fuera de Ramos Mejía, Mr Crawley iría perdiendo el pelo para emular al calvo satanista, y Mrs Shelley sería la dulce y sedosa dama de mirada crepuscular y generosos pechos pálidos que se ganaba al profesor. Un malhumorado Gaspar se sentó a corregir los trabajos una noche de sábado, y no pudo irse a dormir sino hasta el otro día por la tarde. Los cuentos eran casi todos muy buenos: tramas bien planteadas, prosodia de  giros inesperados, finales bien resueltos. Los leyó  todos, una y otra vez. Los cuentos eran tan buenos, que sin demasiado pensarlo, como si no se tratase de su voluntad, como en un sueño, fue que decidió no presentarse más al taller, recopilar los cuentos a manera de una antología, en la que él mismo, Gaspar, el profesor de literatura, iba presentando a manera de compilador, los cuentos separados en capítulos con el nombre de pila de cada alumno como título de cada historia. La novela vendió muy bien, y los críticos hablaron del ‘debut del año’, ‘una obra prometedora’, ‘ingenio deslumbrante de forma y contenido’. Los autores, los alumnos de Gaspar, no recibieron nada en regalías, y no se enteraron de su éxito. Murieron cada uno olvidado en un hospital, en enfrentamientos con la policía, en accidentes callejeros, o de enfermedades, o vejez. Pero el acerbo destino, que a todos condena  con vara rasa, y al cual la Parca de la siega al decir de Catulo su faena imita, puso al mal escritor y peor pedagogo en la infernal marmita, a sorber con fruición los jugos de su propio caldo, ya que sin prisa pero sin pausa esta siendo cocinado en los fuegos del Averno, y en los propios fuegos fatuos de los vanidosos escritores, cagatintas y e impostores. Autores de autoayuda, historiadores sesgados, erotómanas del papel. Va Coehlo con dos yunques de los huevos colgados; JK Rowling lo acompaña, de igual suerte convertida en la bruja pervertida de sus relatos de paganismo berreta; Tom Wolffe, con el sempiterno traje blanco manchado de vómito de fernet, no está purgando el vicio de ser impecable en su prosa o en su vestir, sino que documenta una nueva Hoguera de las Vanidades. Vanitas Vanitatum Omnia Vanitas. Pacho O’Donell y Felipe Pigna, se soplan el escroto para conseguir algo de fresco, mientras Dan Brown sin mucho afán recita, ‘Serán historiadores, serán lampiños, pero esos huevos no son de niño’…Hasta otra entrega de ‘Los Cuentos del Muñeco Teresito’

                

Wednesday, August 07, 2013

A Scanner Darkly (fragmento)

'Charles Freck, cada vez más  deprimido con lo que pasaba a su alrededor, decidió, finalmente, matarse. No había ningún problema en los círculos que él frecuentaba con una decisión así. Se adquiría una generosa cantidad de sedantes, y se los tomaba con algún vino barato. La idea que tenía en mente pasaba por los objetos que iban a encontrar con él los futuros arqueólogos. Había pensado en eso más de lo que había pensado en decidir matarse. Lo encontrarían boca arriba en su cama junto a  una copia del 'Fountainhead' de Ayn Rand, y una inconclusa carta para Exxon protestando por cancelarle la tarjeta de crédito de combustible. De esa forma, habría de decirle algo al sistema, y conseguir algo con su muerte, más allá de lo que la muerte le quitara. A último momento cambió de idea acerca de algo importante y decidió tragar las píldoras con un vino respetable, en vez de un Ripple,  o  un Thunderbird. Así es que, en un último paseo, fue hasta la licorería de Tiny, que se especializaba en vinos finos, y compró una botella de merlot 'Manantial de Azaleas', que le costó casi setenta dólares. De regreso en casa, descorchó el vino, lo dejó orearse, tomó unas pocas copas, trató de pensar algo significativo, pero no pudo, y luego, con un gran trago de merlot, tomó todas las pastillas de una sola vez. Se sintió engañado, cuando, en vez de apagarse sin más, empezó a alucinar. Lo que supo después es que, junto a su cama, había una criatura de otro mundo, mirándolo con gesto desaprobador.

FRECK:  ¿Vas a leerme mis pecados? Va a llevar como mil horas

CRIATURA:  Tus pecados te serán leídos en turnos sin cesar a lo largo de toda la eternidad por lo que la lista nunca terminará (comienza a leer) 'Los pecados de Freck'

Charles Freck deseó poder volver a la última media hora de su vida

CRIATURA: (sigue leyendo) '....Robo de cortauñas...', '...a sabiendas y con intención golpeaste a tu hermanita, Evelyn, siendo ella un bebé'...' Diciembre, el robo de los presentes navideños...', '...un millón de mentiras...'

Un millón de años después, habían llegado al sexto grado, el año en que descubrió la masturbación

CRIATURA: (sigue leyendo) 'Catorce de noviembre, percodan, vicodin, cocaína'

Charles Freck pensó, 'Por lo menos me conseguí un buen vino'