Las catexias y contracatexias del (querer) pertenecer, del no pertenecer, y del querer no pertenecer, son la tara de esta última época en que grupúsculos se identifican por la actitud del 'consumismo rebelde' o inteligente, en la que pareciera que gente sub-30, resignada a vivir dentro del sistema y de la moda, se uniforma para diferenciarse, rechazando el mundo de sus mayores a través de una mímesis paródica que implica ponerse ropa que parece de segunda mano, pero que en realidad está diseñada para parecer como si hubiesen salido de una película de John Cassavettes de los setentas. El 'indie' (etiqueta hoy desnaturalizada que designaba en los ochentas a los sellos independientes, y que ahora estigmatiza a cierto tipo de 'dedicated follower of fashion') o el 'hipster' (el pre-beatnik, adepto al jazz de los cincuentas, y con vocación por las minorías negras y la lucha por sus derechos) de hoy es un uniforme, o pose para pibes pusilánimes, veganos, sin demasiada idea de nada, pero con actitud 'arty multitask' (fotografía, música mala, diseño de indumentaria) que se agrupa en ciertos barrios como en los setentas podían ser el Village en NY, o en París St Germain, y que a partir de esta actitud gregaria de ghetto, favorecen suculentas movidas inmobiliarias (Palermo, Colegiales) La ética del ghetto lleva a este tipo de gente no sólo a aislarse en un set de códigos propios e ininteligibles, sino que también, y para ser más elusiva y exclusiva su condición de esclarecidos y heresiarcas, ese set de códigos cambia constantemente. Así, la palabra 'hipster' no se usa ínter pares, sino que es un mote exterior, que puede ser peyorativo incluso. Se sabe, la condición de 'exclusividad', implica 'exclusión' (de los indeseables, por viejos, 'fuera de onda', o no aptos -no hay hípsters negros, es una reivindicación de la exclusividad blanca), y la exclusión como idea de aislamiento, lleva al ghetto. La idea de 'Catexia' se troca en 'Cataxia' (yo separo) Esta idea también los identifica con cierta vocación anacrónica: los vinilos, las bicis sin cambios, los juguetes viejos, y la vestimenta, siempre como de feria de garage (que conviven con los Blackberries) Esencialmente, el ghetto es una isla, en el espacio, y en el tiempo. Lo mismo pasó con los zazous en París, o con los hippies en los Estados Unidos, hasta que un 'insider' como Charles Manson, un lobo entre los corderos, se adjudicó una masacre que mostró lo inviable de un estilo de vida que desafía los valores. Hoy en la Argentina, en que se agitan banderas en nombre de una estéril liberación (¿de qué?) en que tenemos tantos feriados, tanto Fútbol para Todos, tanta marihuana en el balcón, tanta paja camporista financiada con plata pública, tanto resentimiento estéril de pendejo insurrecto rebelde al pedo, tanto acné crónico de asamblea estudiantil de burguesitos que hablan en nombre de los desposeídos y de los obreros que nunca vieron, los acólitos de la 'rebelión de la nada', tenían que terminar mal. Teresito, el hijo del tereso Mayor, el campeón de los periodistas 'progres', el circunspecto locutor de cavernosa gola, terminó con la vida de un changarín que laburaba como carne de cañón, o personal de seguridad que iba en bicicleta a cuidar los bienes de los mismos 'conchetos' que la basura 'progre' dice combatir en nombre de esos mismos desposeídos. La realidad nos demuestra que nadie puede aferrarse a ningún principio, sea la lucha ecológica, la causa vegana, o la concha de mi hermana, porque los abnegados, los que levantan banderas en nombre de una idea, siempre se traicionan, o terminan pidiendo pericias psicológicas o indultos ideológicos. En todo caso, este 'conductor', sólo replica lo que hicieron los 'jóvenes idealistas' de los setentas: 'atropellaron' a la clase baja pedestre y peatona (obreros, enfermeras, policías) con su revolución súper sport, robada a papá mientras dormía, mató 'cabecitas colimbas' en cuarteles tomados, hizo volar con bombas a agentes tordos en comedores de la policía, torturó, robó, en nombre de esa misma clase trabajadora. 'Te fusilan por amor', decía una canción de Los Violadores y, a pesar de que perdieron, ellos nos cuentan la historia, siguen siendo un 'ideal', como si los mutilados, secuestrados, y muertos, no hubiesen existido jamás. Dentro de este tiroteo en el zoológico, ni el león se va salvar. Nuestro León, Gieco, el juglar de los oprimidos, en el caso García Aliverti, ¿de qué lado se pondría?
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