'Justo cuando pensé que mi vida se iba limitar a tocar a mi gata, y a regar las plantas, conocí...' Así podría empezar el relato de una esperada, ansiada conquista sexual, un encuentro fortuito que produzca una combustión física inevitable, que a partir de una chispa, pudiese redimir al narrador protagonista de años de soledad, un romance que le dé sabor a este verano. En una semana me fuí y volví de Bariloche, y mis búsquedas en Google fueron de 'escorts Bariloche', a 'encuentros Bariloche', pasando por 'sexo Bariloche' hasta 'cabarets Bariloche'. Me fuí a hacer las compras, y el calor me cansó. Volví frente a la PC, y googlée 'librerías Bariloche'. Lo más probable es que mis noches estuvieran ocupadas con cenas con mis tíos, mi primo, saliera a comprar algún libro de Houellebecq, volviera, me pusiera a leer en la cama, y me hiciera una paja debajo de las sábanas. Tuve que dejar el teléfono celular a mi viejo porque el fijo no le andaba. La chica del privado que pude mensajear al número que encontré en la sección de Locanto de contactos ('Luciana, tu momento') quizás me llamó, había dos mensajes con característica 0294. Otra vez perdí otra opotunidad. La sensación de fracaso nunca es estrepitosa, o sorpresiva: viene subrepticiamente, de a poco, con el mismo paso del tiempo; y es porque no tiene nada de sorprendente, porque no comporta ningún arcano que pueda cifrarse y/o esconderse, por lo tristemente evidente, que ayuda a la resignación, como envejecer. Nadie escribió todavía un libro que se llame 'El Secreto de mi Fracaso'. Es como si fracasar fuese obvio, ostensible, manifiesto en lo abultado de una barriga alimentada a cerveza, en la calvicie que delata el haber pasado la frontera de los treintaipico sin nada de gloria, desengaños, y una lucidez demasiado oscura para ver más allá de un par de tristes bolas.
En un cine porno, unos jubilados asmáticos
contemplaban asombrados
los escarceos mal filmados
de dos parejas lascivas
No había historia
Y he ahí, me decía, la cara del amor
La verdadera cara
Algunos son atractivos y
Seducen todo el tiempo
Y los otros sobreviven
No hay destino o fidelidad
Solo cuerpos que se atraen
Sin sentir apego, y menos piedad,
juegan y se destrozan
Algunos son seductores, y así son amados
Ellos conocerán el orgasmo
pero tantos otros, abatidos, ya sin nada que esconder
ni siquiera fantasmas,
sólo una soledad resentida
por la insolente alegría de las mujeres,
sólo una certeza: 'Eso no es para mí'
Una pequeña y oscura tragedia.
Seguro morirán, un poco desilusionados
Sin ilusiones románticas
Practicarán el arte del autodesprecio
casi mecánicamente
Me dirijo a aquellos que nunca han amado
que no supieron a nadie gustar
a los privados del amor libre
del placer simple
No teman, amigos, no se pierden nada
El amor no existe en ninguna parte
son sólo víctimas de un juego cruel
un juego para especialistas.
(M. Houellebecq)
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