En mi camino a casa, me encontré un Aristimuño, atrapado en una trampa para osos. Había caído víctima de la combinación más perversa y deliciosamente atractiva para este tipo de joven urbano: un paquete de cigarrillos Gitanes, cerveza artesanal, anteojos de marco color flúo, y una cámara Nikon. Me dio mucha pena, y lo ayudé a sacarse la trampa, que estaba manchada de sangre del infortunado joven, que estaba en estado de shock. Lo llevé a casa, le dí de tomar lechita, y algo de atún de una lata. El se mostró muy agradecido.
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No le tema a este tipo de especimenes en libertad, es fácil convivir con ellos. Se les puede alimentar con muy poco, y de vez en cuando piden escuchar bandas como Vampire Weekend, o Arcade Fire, o ver películas de Wes Anderson.
El mío se ganó mi corazón, y yo el suyo, cuando le dije, 'Podés haber perdido una pierna, pero ganaste un amigo, Lisandro Aristimuñón'
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