Diario del
escritor exitoso libidinoso que nunca seré en 2045 a manera de meta-texto:
‘Hoy vino a
verme una aspirante a escritora, de quien sólo tenía una foto. Un rostro
sonriente, de veinteañera llena de expectativas. Ah, había adjuntado un RTF de
su novela. El formato admitía correcciones que no me molesté en hacerle. La
cité en este mismo despacho, donde mis volúmenes intimidan a cualquier persona
de su edad. La dejé hablar y descargar toda la electricidad de lo tenso del
momento. Tropezaba con las palabras, y alternaba sonrisas, y una risa nerviosa
con instantes de seriedad y expectación, insegura de lo que pudiera llegar a
decirle. Advertí llevaba puesta una
camisa de muy delgada tela debajo de su tailleur, y le pedí que se lo sacara y
lo colgara sobre el respaldo de la silla. Como se podía adivinar, sus pechos
eran muy grandes y subían y bajaban con su respiración agitada. Bajé la
temperatura de la habitación, y el frío le erectó los pezones. Ella lo advirtió
y se ruborizó.
‘¿Alguna vez
probó opio, señorita?’, le pregunté con aire inocente y distraído.
‘No, no, por
supuesto que no…’
‘Verá, me
gusta escuchar música a esta misma hora todos los días a esta hora, el
atardecer, contemplar la puesta del sol a través de los ventanales, y fumar
opio de esta pipa de piedra que compré en Bali…pruebe’
Una pitada,
y otra más, y le convidé whiskey. Por supuesto que en la pipa había más que
opio. Le pedí que se parara, y que se subiera la falda.
‘Sácate la camisa. Ahora, mastúrbate. No. Con mi
dedos’
No comments:
Post a Comment