Lo engañoso en la percepción, o lo inexacto en el momento en que se produce, puede llevarnos a lo que se ejempilifica con el principio de incertidumbre, por el cual, si me dan una caja donde puede haber un gato muerto, no la abro, y espero a que se pudra, para terminar pateándolo y llenándome de tripas de bicho muerto. Pero cuando uno toma decisiones, ya empieza a formar un cierto dibujo a partir de unir puntos en tre el ahora y el mañana, y muchas veces puede pasar que ese dibujo que se llama historia, experiencia, o pasado, es un rostro monstruoso, o la cara de una hermosa mujer que nos confiesa 'Esperaba que me siguieras', o 'Sabía que ibas a llamar'. Por lo que una decisión es un impulso o un paso que se da como resultado de ecuaciones anteriores, y desconocidas para nosotros, un diseño suprayacente, esa trama que los budistas llaman karma, y que puede ser determinada o azarosa, dependiendo de quién la mire, y en qué momento.Una decisión, DECIDIR, pone a rodar la historia, como un puntapié mueve una pelota, que una vez en camino, no puede volver atrás. El atractivo de de la historia de Adán y Eva, es ése, precisamente: el pecado original como fatalismo generador, porque la pérdida de la inocencia es esperada por el lector, y por el que observa al lector, y es inevitable porque sin ella, no hay procreación, y por lo tanto no hay Historia. La carne debe ser profanada, la de Eva en manos de Adán, la de Cristo en la cruz. Es el curso de la cosas.
Si hubiese sido por mí, jamás habría aceptado la manzana -una fruta tan sosa-, y habría poseído a Eva por el culo (dulce sexo contra natura), por lo que el proyecto de Dios habría terminado en una descarga de semen infecundo, anulando toda la Historia.
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