Thursday, May 02, 2013

1+1



Siempre desprecié la condición gregaria humana, la capacidad de conjurar intereses comunes como si fuera una necesidad inevitable, cuando sabemos que todo tiende a que nos quedemos solos, que la hostilidad es la más natural de las reacciones, y que el individualismo, hoy, paradójicamente, es lo único que nos uniforma. Allí donde hubiera más de dos, habría dos pares de ojos con sendos cerebros detrás, combinación lo suficientemente subversiva como para emitir juicio sobre lo que uno representa, hace o dice.Yo fui siempre el uno-contra-el-resto. El que cuestionaba las reglas en el comportamiento, las maneras, y los propósitos de todo. Cooperativas, deportes, grupos de estudio, religiosos, siempre me tuvieron, cuando no ajeno, como el catalítico del desacuerdo, la nota discordante. Lo único que me asemejaba a los demás eran las más básicas necesidades (comida, vestimenta, medicamentos) algunas de las cuales, eran satisfechas por mis padres. Las que no se podían satisfacer eran las más inconfesables, y las que nunca pude llenar a partir del prójimo. Y por lo tanto, por ser un lastre para la sociedad, le encontré el gustito a mi existencia parasitaria, la del individuo que chantajea al resto con su propia condición humana, merecedora de piedad y sustento. Si el colectivismo tuviera algún sentido, habría más fosas comunes.

No comments: