La saga cíclica e interminable de nuestro devaluado pe$o me recuerda una de las cualidades del signo lingüístico: su arbitrariedad. El billete, o la moneda, no tienen en sí el valor que representan, como una palabra no es la cosa que designa, o como el significado no está relacionado con el significante. Sin embargo, encontré que el billete de cinco pesos del diablito, el que uso para encabezar el diseño del blog, se vende a 70 mangos en mercado libre, con lo que podríamos pensar que es todo cuestión de tiempo, las cosas adquieren un valor histórico, y la moneda de dos pesos valdrá 50 en 30 años, o que vendiendo el billete de Evita, que parece de lotería, te vas a comprar las Nike de 2043. Otra idea es la del contenido, y el continente, ya que nos pusimos metonímicos. ¿Una alcancía chanchito es igual ala cantidad de monedas que contiene?¿Jorgito Porcel vale lo que pesa?¿Tu alcancía, mami, se merece esta chota?
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