Fue cuando purrete
mirando televisión
a la hora de comer
que me llamó mi mamita
para recibir la visita
de un señor uniformado
que después supe era un soldado
que con mi tata había luchado
en la selva de Saigón.
Este extraño me traía
como obsequio un reloj
que mi papi había guardado
donde no le daba el sol
y fue por este señor
que supe era este
mismo reloj el que pasó
de mi abuelo a mi padre
como trofeo por su valor
porque si bien no es de hombre
guardar cosas en el ojete
es peor dejar en el retrete
lo que a tu hijo le corresponde.
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