Friday, July 19, 2013
Eh, amigo
Es recomendable tener un solo amigo en la vida. Uno conoce, a través de la vida institucional (escuela, trabajo, club) especímenes de ser humano que responden al parámetro de la normalidad, porque son estas las organizaciones humanas que buscan que entremos en esos parámetros, la norma: sirven al propósito de impartir formación, asignar tareas para el bien común, o repartir esparcimiento, en las que, además, se busca que socialicemos, y construyamos vínculos, para que, alentados por el éxito en las mencionadas faenas y habiendo podido conseguir pareja en alguno de esos ámbitos, podamos volver a construir lo mismo que buscamos en ellas: formación, trabajo, y esparcimiento, para nuestros hijos y las generaciones por venir. O sea: buscan convertirnos en proveedores, contribuyentes, y electores. El que no estudia, no trabaja, y no mira fútbol, no puede pedir nada, y no puede opinar. Así se paga la deuda con la sociedad, la misma que, a partir de los beneficios construídos por las generaciones anteriores, no nos dejó morir de frío o de hambre, o de enfermedad. Pero cuando un individuo, por puro escepticismo, no reconoce deuda alguna, o no se aplica lo suficiente a progresar en los estadíos que lo convierten de beneficiado a deudor, y luego beneficiario de esos privilegios, se transforma en un antisocial. Y cuando dos antisociales se encuentran en aulas, claustros, gimnasios, y demás salas de espera de la sociedad, se produce una complicidad que los ayuda compartir las vicisitudes del yerro, y la anomalía. Y hasta se pueden sentir orgullosos de no ser parte del canon, del retorcido entramado que tantos aceptan atravesar, y que bastantes aceptan sin entender o analizar. Un solo amigo así, es suficiente, es aconsejable, y hasta necesario. Para envejecer medianamente acompañado, para compartir vicios, virtudes, o quebrantos. Feliz Día a esos amigos
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