Tuesday, May 22, 2012

Pachuco Cadáver @ UNL



La cita era ineludible no sólo por la proximidad geográfica (una línea de colectivos me dejó en la esquina del evento) sino también porque, por un lado, la efímera carrera de Pachuco Cadáver me remite a una época fructífera del rock argentino (quizás la última) en la que se mezclaron en coordenadas idénticas, y un mismo momento irrepetible, el nihilismo de Todos Tus Muertos, con la experimentación dance de Lions in Love, las rumbas stonianas de Los Rodríguez, y el caso de Pachuco, que llevaba como propias las marcas del exilio económico y la diáspora del período 88-89 y, por otro lado, representan una edad personal muy querida  en la que la música, la lectura y ciertas películas me marcaron para siempre. La música de Pachuco tiene que ver con un período muy específico del punk americano de fines de los setentas, en el que la llana prédica política fue matizada con cierta estilización ‘arty’, un cierto approach ‘dadá’ a la composición, y la desmitificación y la iconoclasia como sello común a bandas como, primero Residents, luego Sucide, Wire , Tuxedomoon, y Chrome. Esta voluntad de romper con los clichés del ícono rockero y sus poses se hizo más que patente en los Residents, que tenían en su negación de la identidad (siempre disfrazados con idénticos atavíos que ocultaban sus rostros y los confundían) la reafirmación de su identidad. Todos ellos tenían un idéntico acercamiento amateur a los instrumentos, y ninguno era un virtuoso. La expresión se justificaba a sí misma y los intérpretes se confundían con el público, sin poses, ni divismos, sin solos de guitarra, ni acordes complicados. El feedback y los acordes mayores se constituyeron en las improntas del famoso ‘Do It Yourself’, en una especie de ‘rockismo’ que era forma y contenido a la vez. Y en esto pensaba cuando Pettinato subió al escenario con una máscara que nunca se sacó en la hora y media de show. Este ánimo de desdoblamiento, de autoparodia, de ‘seamos otros por un rato’ justificaba lo que acabo de fundamentar. Roberto se disculpó por la tardanza en el show (los músicos no consiguieron vuelo desde Córdoba hasta Santa Fe y llegaron en una traffic) y tomó su Rickenbaker, para comenzar a desgranar parte de los dos disco de la Banda, ‘Tres huevos bajo tierra’, y ‘Life in La Pampa’. Desde sus teclado Guillermo Piccolini iba desde el mini- moog a la  notebook, tirando secuencias de beat- box, para cambiarse alternativamente a las guitarras, los coros, y la voz. Una agradable sorpresa la dieron Flavio Cianciarullo, y su hijo Astor quienes, en bajo y batería respectivamente, fueron recorriendo los dos discos del grupo. Roberto acusó voz cansina, no siempre llegando a los tonos en la guitarra y, bromeando sobre su condición causada por el  jet- lag, dijo ‘Les compré un chocolate en el free- shop hace once horas, lo quería compartir con Uds’. El chocolate nunca llegó, pero  fue bueno saborear este cadáver exquisito, aunque pasado de horas de avión.

Wednesday, May 16, 2012

Shoplifting (Stay Real, Steal)



La inflación es una realidad innegable que come presupuestos y adelgaza bolsillos, por más cuidadosamente planeados o gordos que estén, y a pesar de que este gobierno use sus siniestros ministerios en desinflar cifras construyendo una ficción que se queda, -y nos deja- en bolas a la hora de pagar, sin mencionar las bajadas de líneas culturales que pretenden hacernos olvidar del hecho de que no llegamos a fin de mes, en nombre del Relato, del Modelo, y de 'ÉL'. Lo incontestable es que cada mes la guita alcanza para menos, por lo que robar en los súper de mi barrio se ha constituido en un hábito más o menos frecuente y, tenga o no dinero suficiente, a veces lo hago de bronca, porque me aumentaron la cerveza, y otras veces porque mientras voy cargando cosas en mi bolsa, me doy cuenta que no llego. Hay una zona de fracciones que se me escapa, y que redondean  en mi contra. Porque apoyamos el 'mecheo', acá van algunos consejos útiles a tal fin.
1. Ganarse la confianza del personal. Sobre todo, el de vigilancia, que siempre es un chabón con un uniforme que no lo habilita a ser más que el muerto de hambre que le roba al local. Son gente que hace su laburo, y que no quiere problemas con nadie, no lleva armas, y sólo espera la hora de que su torura termine.
2. Uno debe convertirse en una cara familiar antes de que ejerzamos nuestro primer latrocinio. Es importante que los robos no comiencen apenas uno entra al súper por vez primera. Se debe impostar un aire de confianza, actitud discreta, y hasta distante. No hay que hablar ni en voz alta, y apenas saludar. No deben efectuarse comentarios tales como 'Vivo acá a la vuelta', o 'Me llamo X'. Nadie debe saber quienes somos, y debemos vestirnos de forma anodina y poco llamativa.
3. Una vez ganada la confianza del personal, debemos introducir como hábito, la bolsa, que debe ser poco laxa, y con una boca estrecha; nunca de red, obviamente.
4.Qué robar. Se deben sustraer objetos poco pesados, y siempre pequeños, como salamines, porciones pequeñas de queso, cepillos de dientes,o bolsitas de ciboulette, esto es,  objetos no más grandes que un puño, y que no delaten con su peso en forma de protuberancias o abultamientos que puedan ser advertidos por la vigilancia.
5. La actitud. Siempre despreocupada. Los súper, por más que tengan el famos cartelito de 'Sonría, lo estamos filmando' si poseen cámaras, nadie chequea esos monitores, y nadie graba en tape nuestro accionar
6. Dónde atacar. Conviene no enviciarse, es decir, que no se convierta en una costumbre compulsiva, y que sea esporádico, y en más de un lugar, intercalando las sustracciones según el día.
                                                        
                                                          Buena suerte.

Sunday, May 06, 2012

7 Domingos por Semana

'Jacques, aimes-tu le bruit du bites mortes?'
'Diego, ¿te gusta el sonido de las pijas muertas?'
'Diego, hacéte amigo, hacéte amigo del dolor'.
Cualquier opción llega hasta este momento, y este mismo lugar. 'Santa Fea, siempre despierto en Santa Fea'. Salgo a caminar por la costanera, como lo hago siempre desde que vivo en Wadaloope ( 'No bombardeen Guadalupe, no nos podemos defender') y ellas, las hembras más lindas del Litoral, se pasean en el constante ir y venir de los amantes de la vida sana y la velada seducción. Las tetas de las que vienen, los culos de las que van. Chicas en rollers, mujeres infernales,- algunas me miran-, todas concientes del morbo que despiertan. Ser observado y mirar es la tácita consigna que pone a todos a caminar o correr por la avenida que bordea a la laguna Setúbal. Conversaciones furtivas que al pasar atribuyo y traduzco según edades, ocupaciones y compañía circunstancial como parte del movimiento, que invita a las confidencias, locuacidad adolesecente , futilidad o vanidad. Cuando son muy jóvenes, la más linda va acompañada de una amiga poco agraciada que hace de confesora, con quien alardean sobre conquistas, reafirman sus méritos con el sexo opuesto, el mercadeo del sexo, y la competencia por el mejor macho, la cual divide a las más exitosas de las taciturnas gorditas, depositarias de esas cataratas de cotilleo y verborragia unidireccional por parte de las primeras, primeras en todo: en perder la virginidad, en cambiar de novios, de ropay de ciudad, siempre en busca de lo mejor, las grandes capitales. Por eso Santa Fe me da la impresión  de ser una cáscara de nuez vacía. Lo mejor ya se fue de acá hace rato. Sólo quedan viejos, o gente de mediana edad establecida o atrapada en empleos sin futuro. Es la ciudad ideal para criar hijos o retirarse, porque todo es chico, está cerca, o es previsible. Aquí sólo se puede soñar o desesperar.