Wednesday, September 18, 2013

Un Gato En Estrasburgo

Un gato, como se sabe, es una unidad de envío de datos. Concebido el espacio-tiempo como una conjunción de dos tramas de red que hacen intersección para formar las coordinadas de la existencia, el gato hace de paquete de transmisión de estática y pensamientos sensuales y peligrosos. Como sabemos, la realidad es un film en el que vemos proyectado todo el tiempo nuestra expectativa acerca del desarrollo de un guión escrito por otro, y en el que, a veces aparece un mapa de bits con información nueva. Son los gatos, que pueden moverse a voluntad entre puntos inconexos de esa trama. Así, en estos paquetes de datos, hay una cabeza, donde se encuentran campos de control de protocolos, el cuerpo, que es el mensaje en sí, y la cola. En la cola suele estar algún chequeo de errores. El mensaje, y la naturaleza del código, que va de la acostumbrada combinación de ceros y unos, hasta sonidos como ronroneo, o maullidos, nos son desconocidos, como así también los remitentes. Sólo sabemos que cuando un gato llega a la vida de uno, o simplemente se cruza en nuestro camino, puede significar buena o mala suerte. Por las dudas, siempre jugarle al cinco. Como en la película Matrix, en la que un gato que avanza, de repente aparece un par de cuadros atrás, el gato es usado para comprobar el estado del tracking del film-realidad. Como cuando caminaba yo por la Plaza Kleber en Estrasburgo, buscando el tren de vuelta a París, y un gato negro se me cruzó en el camino. Describió una línea recta por sobre el piso de adoquines, y me obligó a detenerme tres segundos frente a una pastelería. Como todavía estaba abierto y tenía tiempo, me senté y compré un éclair, tomé una taza de café. El tren que iba a tomar descarriló, como pude enterarme al otro día por el diario.

Monday, September 09, 2013

Las Lágrimas de Duraznito

Otra vez el mismo bar, frente a la plaza Dorrego, en el barrio de San Telmo. Llegué como siempre, en el 29, que me dejó frente a una sala velatoria donde una fila de coronas de flores saludaban a un sindicalista que había muerto el domingo. Encontré a Duraznito sentado en la misma mesa, al lado del baño. No le gustaba estar al lado de las ventanas porque, aunque se tratara del bar de los ventrílocuos, no quería llamar la atención de los niños, que siempre lo molestaba con un pedido de autógrafos. 'Bah, la última vez que firmé un autógrafo fue en 1973, en el Luna Park. Los chicos de hoy no conocieron la Edad de Oro de la niñez, cuando en La República de Los Niños hacíamos funciones desde el miércoles a la tarde, hasta el domingo a la tarde. En el Luna Park competíamos con Titanes en el Ring, que eran un fenómeno'. Pedimos un Cynar, y aceitunas, y antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, su monóculo cayó y bajó la cabeza. 'No puedo llorar, ¿entendés? Yo no tengo lágrimas, apenas un corazón de aserrín'. Ese tipo de metáforas tan berretas me hubieran obligado a suspirar disgustado, pero tratándose de Duraznito, mi amigo de la infancia, era otra cosa. El me conoce desde que nací. (ver foto)


'Se trata de Teresito, mi compañero de show. Empezó a ganarse espacio, y a pesar de hacer aparicíones esporádicas, y de poco protagonismo, se empezó a redactar sus propios libretos, a gastar chistes en los que siempre resultaba humillado yo, en remates que siempre los daba él, en detrimento de mi papel, lo que le hizo ganarse relieve incluso social: tiene su página de Youtube, apareció en 678, con sus colegas, los otros títeres, e imposta, como se sabe, una vocación socialista, con trajes tweed, sombrero de paja, una imagen opuesta a mi aspecto burgués, mi galera, mi frac,y mis costumbres de dandy. Mi papel es sólo eso; soy como Chaplin, un croto que se viste con ropas que alguna vez fueron de etiqueta, y que otros han descartado, como del Ejército de Salvación. Soy un impostor simpático, nada más; pero este Teresito se tomó muy en serio su papel de Judas, y su traición lo llevó incluso a idear un número en el que me serrucha como a esas chicas de los circos, pero para eliminarme, sacarme de circulación, para siempre'.


Era todo un dilema su situación. El farsante de Teresito hacía pasar por malo al corazón de aserrín de Duraznito, mi muñeco favorito, que incluso salvó mi vida, cuando a los 6 años, me caí a una pileta, y lo usé de balsa para flotar. 'Vas a tener que contraatacar, buscarle archivos donde se vea lo que es, y armarte una cuenta para difamarlo', le aconsejé sin demasiado ímpetu. Pero, bueno, mi vida no era de oropel, ni de brillo de candilejas, yo venía de vender mi propia empresa de iluminación, y me dedicaba a restaurar libros, y a venderlos en Parque Rivadavia. Las cosas estaban duras, como culo de muñeco. Lo dejé con la idea dándole vueltas en esa mollera sin cerebro. Me pidió que lo acompañara a su casa, y que lo acostara en la valija donde duerme su sueño sin sueños, aquietada su conciencia de madera, sus vetas de memoria vegetal sin memoria, hasta que lo saquen a enfrentar las luces, de nuevo en las faldas de un ser humano, que pretende ser su conciencia, para entretener a otros títeres que también creen ser libres, los pobres humanos.



Sunday, September 08, 2013

La Incogible

La mejor relación que se puede tener con una mujer es amistad con sexo, que es una manera de confirmar que lo mejor en la vida es el desapego, y que se puede comer de algo y dejar un poco, sin llevárselo en el vergonzante paquetito de los que no quieren que nada se desperdicie. Es que la amistad entre hombres y mujeres es como un plazo fijo: uno deposita (confianza), con el tiempo se van creando intereses, y cuando hay urgencia, se retira lo acumulado. Y si la amiga está buena, mejor. Pero cuando uno no es agraciado, tiene amigas de la misma condición, y cuando el hambre -o la casualidad- apremiaron, y después de que pasara lo que tenía que pasar, y uno comió lo que tenía para comer, una chica poco agraciada es como una pizza fría, o mojada por el goteo de agua de estar adentro de la heladera: uno no la quiere ver más, pero da lástima tirarla. Ya cumplió su propósito: sacarnos el hambre. Pero si además, esa mina flasheó con uno, es aún peor: uno la va a tener que seguir viendo, y soportar lo enrarecido del trato hacia alguien que no nos importa, pero con quien uno se siente endeudado, o al menos medianamente agradecido. Y ahí están: contactos de Facebook que uno no quiere eliminar, risitas en la casilla de chat, el trato entre pegajoso y empalagoso, la dinámica desproporcionada de los vasos comunicantes en los que uno de los recipientes es eso, UNA FUERZA ABSORBENTE, DEMANDANTE, que gravita como una zona de baja presión atmosférica, un centro ciclónico que RECIBE nuestro aire, 'y me estás asfixiando, salí', la acreedora de una deuda que nunca fue tal PORQUE YO NO TE DEBO NADA, un polvo es un polvo, y no se le niega a nadie, no significa nada, son caramelos de vuelto, y... '¡Juira, Bicho!'


Wednesday, September 04, 2013

El Viejo Saltimbanqui (Fragmento)

'Partout la joie, le gain, la débauche; partout la certitude du pain pour les lendemains; partout l'explosion frénétique de la vitalité. Ici la misère absolue, la misère affublée, pour comble d'horreur, de haillons comiques, où la nécessité , bien plus que l'art, avait introduit le contratste. Il ne riait pas, le miserable! Il ne pleurait pas, il ne dansait pas, il ne gesticulait pas, il ne criait pas; il ne chantait aucune chanson, ni gaïe, ni lamentable, il n'implorait pas. Il était muet et immobile. Il avait renoncé, il avait abdiqué. Sa destiné était faite'. (Charles Baudelaire, Le Spleen De Paris)


     Por dondequiera, gozo, lucro, liviandad; por dondequiera, certidumbre de pan para mañana; por dondequiera, explosión frenética de la vitalidad. Aquí, miseria absoluta, miseria embozada, para colmo de horror, en harapos cómicos, en contraste traído, más que por el arte, por la necesidad. ¡No se reía aquel desgraciado! No lloraba, no bailaba, no gesticulaba, no gritaba, no cantaba ninguna canción, ni alegre, ni lamentable, ni imploraba tampoco. Estaba mudo, inmóvil; había renunciado, abdicado. Su destino estaba cumplido