Wednesday, December 25, 2013
Estalló el verano
Los jóvenes trasnochados han aprendido a reírse de un solitario que los cruza cuando el día comienza y la desproporción de número y propósito hace que coincidan a mitad de cuadra (ellos 5, yo uno sólo, ellos vuelven de bailar, yo voy a trabajar) Es curioso: entre ellos podría reconocerme con pelo largo, y veinte años, riéndome del pelado gordo pelotudo en que me convertí. La revancha de la vida. Alguna vez yo mismo fui irreverente y sentía desprecio por personajes como yo, los que miramos con ojos desilusionados al resto del mundo, que se debate en los espasmos de la pasión. Viajar, enriquecerse, casarse, parir, competir; el estupro, la prevaricación, la calumnia, la ambición, todo se derrite hoy bajo el sol. Después de los 39 grados, ya nada importa. El calor es hostil con la vida humana que se vuelca a las calles, como si la naturaleza se riera de nuestros intentos de prosperar, socializar, procrear. Nada mitiga el bochorno de la canícula, y a la lejanía, un bebé llora. Su llanto suena a reproche. En la televisión la presidenta habla con un perrito.
Sunday, December 15, 2013
Navidad Chonga
Y se preguntarán a esta altura, huérfanos de novedades, ávidos de actualidad, qué fue de Los Chonguitos, la banda revelación del folklore gay. El periodista Luis Ventura los convocó para un reportaje en Paparazzi, una sesión fotográfica que en forma de revista los iba a poner sobre las mesitas ratonas de las todas las peluquerías y salas de espera del país. Pero, a pesar de que las fotos tenían un tinte familiar y navideño, los chicos no pudieron con su genio, y salieron a confesar, para el terror de las amas de casa, y la indignación de Eduardo Feinman, que las barbas y lo que parecía nieve, era en realidad cocaína.
Mal la jugada de prensa, así nunca los van a nominar para el Santa Clara, pero sin embargo esto atrajo a la gente del aparato cooltural del gobierno K y, como ya se sabe que ahí todos toman de la buena (no hay nada más que mirar el logo del canal Encuentro con dos rayas de frula) los convocaron para el Diarrea Festival 30 años de Kleptocracia, pero enseguida empezaron las desavenencias por el horario en que iban a tocar. Los Chonguitos, como buenos nictofílicos que son, y por el glitter que su vestimenta comporta, querían tocar de noche, pero por lo novel del conjunto, y la poca difusión de sus temas, les iba a tocar después de Ignacio Copani, que tocaba a las 4 de la tarde. Adrián Sciolítico, el cantante de la banda, dijo 'Yo me abro, no toco después de Copani ni en pedo, y si no, de última contraten a Jorge Rojas' El mánager y dealer de la banda, el conocido travesti 'Batata', de la agrupación kirchnerista gay 'Los Quebrachotas' declaró, 'No sé de qué se queja este muchacho, que hacían de banda soporte de Zulma Lovato'
La cuestión es que, la banda se desbanda, y a pocos días de terminar el 2013, quedaron Adrián Sciolítico y el guitarrista Flavio Lador por un lado, y Peteco Gerez y Mazorca, bajista y baterista, respectivamente, por el otro. La primera escisión ya se presenta en vivo, por ahora sin nombre, tentativamente 'Antitetánica', en las Bizarren como soporte de Pablito Ruiz, acá hay un par de flyers
mientras que el resto se debate entre buscar a Abel Pintos como cantante y a Juanjo Domínguez como guitarrista (Juanjo ya dijo que no se pone bombacha rosa ni a palos) o abandonar todo. Veremos qué les depara el destino a los Chonguitos, último baluarte del folkore gay.
Wednesday, December 11, 2013
Alcohol
El alcoholismo, el escape de los incompetentes, el consuelo de los solitarios, el refugio
vasodilatador frente al desierto astringente y constrictor de la árida realidad. Nunca tuve
problemas con la bebida, salvo cuando me hacía decir la verdad, lo cual es muy
inconveniente en una sociedad de hipócritas. Pero se me ocurrió, después de ver
la película The Flight, que los tres síntomas que llevarían a una persona a
preocuparse por ‘el hábito’ (el término, como toda palabra esdrújula tiene un
hálito de solemne, y el entrecomillado lo convierte en ‘algo para entendidos’) se pueden resumir en estos
tres tips, que sirven para hacer ‘examen de conciencia’, y automonitorear el alcance
de la adicción.
1. ¿Reconocés un límite? Si el límite es el piso, y no podés
decir, ‘Bueno, muchachos, me voy’, estás en un problema grave. Podés subirte al
auto en un estado de omnipotencia, y llevar a la muerte a algún acompañante ocasional,
o a tu alcoholizada humanidad.
2. ¿Alguien te refiere una anécdota en la que participaste,
pero que no recordás en absoluto? Si es alguien que te conoce, le podés
responder riéndote por lo ridículo del momento, pero si implica a algún
desconocido, que se sonríe diciendo algo como ‘¿Vos sos el que lloraba y me
abrazaba pidiéndome que te lleve a tu casa?’, ahí estás frito. Por lo general,
si no aparecen multas de tránsito dentro de los 15 o 20 días después del derrape,
o un hijo después de 15 años, no es tan grave. Lo grave es que pase todos los
días.
3. ¿Encontráste algún vaso con bebida en un lugar que no
corresponde, como un ropero, o dentro del horno, y no podés acordarte cuándo lo
dejaste ahí? A algunos les suele pasar con el auto, los hijos, o toda una
tripulación de avión, lo cual es muy inconveniente si sos el piloto. Estos ‘blackouts’
implican momentos en que seguramente la pasamos muy bien, pero que desaparecen para
siempre, como la responsabilidad de lo que hicimos. Por lo general, el uso de
drogas o alcohol es una circunstancia atenuante a la hora de un veredicto por
una falta grave, pero mejor no arriesgarse. Mejor tomar solo, y encerrado.
Todo esto en lo que hace a lo exterior, pero en lo interior, hay que sincerarse, y entender que no le podemos pedir prestadas nuestras emociones a una sustancia. He visto en personas tratadas con drogas por fobias o depresión crónica la voluntad de dejar esas drogas. Esto no pasa con el alcohol. El alcohol es un lugar cómodo del que nadie quiere salir. Nos hace mentir, autojustificarnos, minimizar sus efectos y el volumen en que se toma. Lo primero es sincerarse. Hay un momento de lucidez a partir del cual hay esperanza de volver. Si uno vive pasado, y siente nostalgia por la sobriedad, se puede volver. Pero si uno es conciente de que no puede reír, disfrutar o relajarse, o incluso amar sin estar borracho, es grave.
Todo esto en lo que hace a lo exterior, pero en lo interior, hay que sincerarse, y entender que no le podemos pedir prestadas nuestras emociones a una sustancia. He visto en personas tratadas con drogas por fobias o depresión crónica la voluntad de dejar esas drogas. Esto no pasa con el alcohol. El alcohol es un lugar cómodo del que nadie quiere salir. Nos hace mentir, autojustificarnos, minimizar sus efectos y el volumen en que se toma. Lo primero es sincerarse. Hay un momento de lucidez a partir del cual hay esperanza de volver. Si uno vive pasado, y siente nostalgia por la sobriedad, se puede volver. Pero si uno es conciente de que no puede reír, disfrutar o relajarse, o incluso amar sin estar borracho, es grave.
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