Monday, October 25, 2010

Un Dado Egocéntrico

Un texto falsamente atribuído a Julio Cortázar que salió publicado en una revista rosarina llamada El Lagrimal Trifurca en 1969. A poco de que se publiquen cartas del escritor argentino, recordamos un caso de apócrifo que hizo pisar el palito a más de uno.
 'Ese era un dado egocéntrico. Cayera como cayera, siempre caía de cara, y con la misma sonrisa entonaba:
'soy yo, soy yo'. Le hacíamos las mil y una al pobre dado: lo lanzábamos desde el balcón, adentro del plato de sopa, o justo antes de que se sentara tía Albertina (105 kilos), lo poníamos sobre el banco. Los insultos de tía no nos incumbían: se los cargábamos al dado. Pero igual volvíamos a arrojarlo y zácate, caía de cara, y dale cantar 'soy yo, soy yo'. Una vez al Beto se le ocurrió limarle las aristas. Estuvimos como dos días sin parar hasta que quedó hecho una bolita. Vamos a ver si ahora cantás, dijo Beto, y lo lanzó sobre las baldosas del patio. Apenas tocó el suelo, el dado empezó a decir: 'puta que te parió, puta que te parió'. Y continuó rodando sin parar y meta cantar 'puta que te parió, puta que te parió, puta que te parió'

Monday, October 11, 2010

Ars amandi

'Movéte, gordo'. Ella en su imperativo tono femenino no lograba ( más bien todo lo contrario) que El consiguiera una erección completa. Más bien un inapetente priapo, mojado, casi ofendido de que lo despertaran a esta hora lo miraba desde abajo de esa panza sin esperanza, como a medias irrigado por la falla cardíaca de El.
'La puta que te parió'. El, irritado por la falta de motivación y lo inhóspito de una recriminación así, espetada al aire como un gargajo lubricador, no conseguía ponerse lo SUFICIENTEMENTE duro para penetrar ese culito que era el sueño de cualquier tipo que estuviera envergado.No como el de su mujer (60, ama de casa) que parecía una escalera a un sótano, húmedo, lleno de telas de araña, oscuro y blandengue. Esto no era una tarea fácil a esta edad: las pastillitas ayudaban, sí, pero la comida había sido demasiado abundante, con la consabida libación de tinto de la casa. Esto no era satisfacer a una mujer; era como tratar de jugar al billar con una soga. Y después del primer polvo, todos los demás, igualmente cortos, exiguos; era como cuando en la playa en Gesell, el papá del pibe de al lado hacía un castillo de arena enorme, con almenas, foso circundante, portozuelas descendientes, y él.... él sólo podía llenar una tacita con arena y darla vuelta para formar pancitas en serie, insulsas. Así eran los polvos de Oscar. Ella lo llevó  a la bañera y le dijo 'por cincuenta pesos más, te meo'. Claro, ella había tomado cerveza y, conocedora de su oficio, sabía que viejos como éste pedían esas cosas. Lluvia dorada por cincuenta más, 150 el turno, cincuenta más para el remis. 'Parecías más alto por chat'

3x4


Tocando eran unos animales. Patán el Perro al piano, el Conejo Tarantino en la batería, Chivo Valdés en el contrabajo, y Locrio el gato en el saxo tenor, naturalmente. Después de comer sopa paraguaya y queso de chancho con vino tinto, los ánimos estaban más que ahumados para zapar. Era la costumbre reunirse en el PH del conejo para hacer variaciones sobre tangos, o valses, e imbuírlos del regocijo lúdico de la jam sessions, que también tenían mermelada con pan, por lo general, de naranja. Alguna vez Patán había aventurado una composición en mi sostenido que iba poniéndose demasiado larga e intrincada. Había salido en un hotel, por eso le pusieron 'La Holiday Inn Suite'. Claro que esa vez estaban muy distraídos por las réplicas en miniatura de whisky que había en el minibar de la habitación, y por las gatitas, conejitas, y perritas que les habían asignado como scorters. Eran otros tiempos y había chandon en vez de vino tinto, y caviar en vez de queso de chancho, pero a cada Locrio le llega su Cancha Rayada. En otras épocas, en esas fiestas de los Alzaga Unsué en el Morocco, o en la quinta de los Revoira Lynch Arribálzaga. Había unas gatas que, de puro generosas, te dejaban tomar champán de sus zapatos de taco alto, mientras se sacaban medias con liguero, y se empolvaban la nariz en el baño. Epocas de drogas que acompañaban la prosodia de la vida de entonces: Marc Rivotril en la guitarra (sedado, sentado, sedante) cuando no Rita Leena en la voz (fijación oral, remilgues innecesarios, glissandos 'litonebbiáticos'). Pero eran otros tiempos: menos 4x4, que es música disco con tracción en las cuatro ruedas, y más 3x4, como el vals que ahora lo tenía a Chivo Valdés como contrapunto del Conejo Tarantino.