Friday, May 30, 2014

Cumplimos 8 Años!

De golpe y porrazo a tontas y a locas, como quien no quiere la cosa, a contrapelo de agoreros y chupapijas, seguimos vivos, e hinchados las pelotas. Tan hinchados que ya tenemos un tercer testículo. Este blog nació bajo el signo de géminis, porque se nos antojó, en mayo del 2006, después de escuchar en el programa de Zlotogwiazda que existía una plataforma como Blogger, que habíamos de desdoblarnos en maldoror, y yo, que somos el mismo, y esa es la manía de géminis, el no saber quién es el que escribe, y quién es que vivió las cosas que aquí conté. Tampoco pude definir un tono parejo, o un género para este blog: a veces diario íntimo, a veces oprobioso escenario de diatribas, a manera de pared de excusado, lo que me valió el desprecio de algunos, que deben haber dudado de mi salud mental, o de mi veracidad. No importa.Si la experiencia humana debe dejar un registro, sea el vestigio de la cultura, el residuo de la contaminación, o la afrenta del crimen, un blog es menos que inofensivo; mucho más daño hacen todos los boludos que sacan libros en papel, que ni es higiénico ni nada, con auspicio de fundaciones, ONG's, sociedades de fomento, o actividades descaradamente prostibularias, llámese cultura oficial, o farsa consensuada. Para los que no tenemos ninguna utopía personal, o colectiva, o un berretín que perseguir, escribir es un escape, hacia adentro, porque el afuera, la intemperie, es un lugar bastante espantoso. La experiencia interpersonal puede ser el lubricante para la constipación intelectual, pero uno llega siempre a aquella con un bagaje de sanos prejuicios que le impiden participar del quehacer mundano. Uno perdió las ganas de prosperar, de relacionarse, de fornicar, o la vanidad de la trascendencia pública. Hasta me puedo sentir tentado todavía en dar un buen consejo, o ayudar a alguien que está triste, pero sé que este es un camino solitario: caminamos todos juntos, pero los senderos son de cada uno. Hoy en que todos dicen estar en la búsqueda de un 'nicho', yo tengo el nicho que me mejor se ajusta a las necesidades, no de marketing, sí del despropósito, del anonimato, y ya se sabe: escribir es el oficio de los inútiles, los perezosos, y los neuróticos. La autoayuda más eficaz es el suicidio, o es acaso el más honesto de los gestos. Sin pasión, sin ánimo de trascender, sin ambición de llegar a ningún lado, vamos conformándonos un submundo, una vida interior hecha de restos de sueños rotos, de lo que flota luego del naufragio. En nuestra isla les daremos provecho.
El soporte de la blogósfera, con su anonimato, y su ethos casi zen, es como la posición de un francotirador. Uno está aquí, pero podría estar en cualquier lado. El camuflaje ayuda al disimulo, y si puedo ser un árbol, no te vas a dar cuenta, ni aunque seas un perro con ganas de mear. Lo importante es lo certero del disparo. ¿Qué libro puede darte esto?¿Qué es un escritor del papel, más que un apoltronado burgués que se sirve whisky de una botella de cristal tallado, y que espera que el furtivo asaltante entre a desnucarlo? Es un artefacto del s. XX, secular, elitista y autorreferencial. El blog no sirve para socializar, no hay 'Feria del Blog'. Nadie se arma un blog para conseguir novia, o para que lo inviten a asados. Es formación fuera de la academia, es pasión sin objeto, es comunión en el aislamiento. No se trata de ser exitoso, sino de dejar constancia de que fuimos fieles a nosotros mismos. El éxito, ¿es el pete que te puede llegar a hacer la mujer de tu amigo, el otro escritor, que te aprecia pero al que nunca consideraste tu amigo?¿La gratuidad de la beca eterna de creer que si tu editor te alquila una cabaña junto al Nahuel Huapí, se te van a ocurrir ideas brillantes?¿Tomar merca con los zombies de la farándula?¿Conocerlo a Tom Wolffe, y vomitarle fernet en su inmaculado traje blanco? Basta tratar de limpiarse el culo con cualquier cosa que encuentres en una librería, y encontrar que tu ojete no aprueba la 'textura' de la celulosa, sea, una novela, un ensayo, o la guía telefónica. La letra impresa tiene sus días contados, como la música en soporte físico, o la voluntad popular en esta mentira que llamamos democracia. Every man for himself. Sauve Qui Peut. Sálvese quien pueda.


Wednesday, May 21, 2014

Somnus

El Barón Maldoror, después de siglo y medio de aplicarse capa sobre capa de endometrio de virgen sobre la cara para parecer más joven, cansado de que en la radio suenen Foo Fighters, Lana Del Rey, y Pearl Jam, con los güevos macerados de Víctor Hugo Morales, Mauro Viale, Polimeni, Quino, Mafalda, Teresa Parodi, engañado por los sifones de Manaos, que siempre se rompen, decidió volver a hibernar como lo ha hecho desde 1898, siempre que no le bombardeen el refugio subterráneo (pasaron dos guerras mundiales) Cansado de sus sutiles y/o ostensiblemente colosales bromas, como falsificar fósiles en la Patagonia, o abrir un Banco de Semen donde pueden hacer plazos fijos los pajeros, volvió a añorar la inconciencia, el eterno sopor de los sentidos donde los siglos pasan entre un abrir y cerrar de ojos, y a estirar la pata hasta que aclare. Se pertrechó de discos de Rosamel Araya, Aldo Monje, Black Sabbath, Frank Zappa, clásicos y jazz; Corega Tabs; pomos de salamín, queso, y aceitunas licuados; una cánula por la que se administrara un goteo diario endovenoso de oxitocina, anticoagulantes, y glucolín; neurotransmisiones de selecta pornografía; un cadete que le jugaba su boleta de Quini 6 dos veces a la semana; sondas del mejor whisky por boca, y la inspección diaria de sus expertos doctores junto a las voluptuosas enfermeras de su equipo, evitaron de que se pudriera más de lo que conviene. Y, por supuesto, placas de Blotting, porque, como se sabe, lo que mata es la humedad.


Thursday, May 15, 2014

A 20 años de Pulp Fiction

Así como Eric Hobsbawm decía que el siglo XIX terminó en realidad en 1914, la aburrida década del ochenta terminó en 1994, con esta película, que le puso la tapa a todos los tópicos idiotas de la década reaganista: los vigilantes forzudos implacables ( Stallone, Schwarzenegger, Chuck Norris) los culebrones espaciales, los extraterrestres amigables, y la Ciencia Ficción optimista con viajes en el tiempo (Lucas, Spielberg, Zemeckis) las comedias teen con acné de la preparatoria donde siempre el loser tristón se ganaba a la minita (Breakfast Club, Karate Kid, o cualquiera donde aparecieran Michael Fox, o la coloradita esa)
Con un presupuesto modesto para lo que representa el promedio de Hollywood (ocho millones de dólares) que terminó recaudando 200 millones, e inauguró la era del cine 'indie', y toda una descendencia de historias de gángsters trajeados, asaltos, policías corruptos, y mujeres más peligrosas que cualquier arma de fuego. El cine acusó recibo primero (¿alguien se acuerda que ese mismo año se estrenó el bodriazo de 'Forrest Gump', y su lacrimógena historia patriotera y cursi?) dándonos con hijos putativos como Guy Ritchie o Robert Rodríguez, lo que llevó a que se revaloraran los tópicos de la novela negra, y cómics como los de Frank Miller, o Will Eisner.
 La recién estrenada década del noventa ya había mostrado tres saludables síntomas al respecto: 'Bad Lieutenant', de Abel Ferrara (1992), 'Cape Fear', de Scorsese (1992) y 'Romeo Is Bleeding' del 93, donde la figura del policía corrupto, típico tópico del cine negro se vestía de uniforme en las actuaciones de Harvey Keitel, y Gary Oldman, y la figura del vengativo ex convicto protagonizado por DeNiro, alteraban la predecible mímesis del espectador con las figuras representativas de la legalidad, y con el tema común de la redención en cada uno de los tres protagonistas. Tarantino aportó primero 'Reservoir Dogs', sobre un asalto a un banco que sale mal, y que es contado en retrospectiva por la banda de ladrones reunida en su refugio. Es esta una película de actores, que nos muestra la magistral labor del mencionado Keitel, que confió en Tarantino casi sin conocerlo, Michael Madsen, Tim Roth, Steve Buscemi, reconstruyendo en el relato el malogrado atraco, revisando los errores de la tarea, a manera de ensayo póstumo, en el que se ve el oficio de los actores, y del libro. Es esta misma minuciosidad la que despliega Tarantino en Pulp Fiction, con tres historias que se tocan en algún punto, con personajes que van y vienen, en una historia única no lineal, que haría la envidia de cualquiera de nuestros mediocres realizadores locales, tan afectos a la salamería y el sentimentalismo ( todavía me acuerdo un reportaje a Marcelo Piñeyro en que confesaba que la historia le había parecido 'demasiado rebuscada') La televisión no sintió el cimbronazo inmediatamente (ese mismo mayo del 94 empezaba la forrada de 'Friends', y sus diez temporadas consecutivas) pero menos de veinte años después, si una serie como Breaking Bad, tiene como protagonistas personajes con talante de antihéroes, significa que algo pasó, porque son estos motivos que habrían sido impensables en la modosa década del ochenta.
Si hay algo que Tarantino pone en práctica en sus películas, y que reconoce haber imitado de su admirado, y recientemente desaparecido Elmore Leonard, es ese uso de diálogos aparentemente triviales, sobre anécdotas que si bien no hacen a la historia,  quedan en la memoria del espectador, y le dan realismo a los personajes, humanizándolos. Travolta y Samuel L Jackson hablan sobre hamburguesas en Pulp Fiction, la banda de ladrones de Reservoir Dogs, que no se conocen por sus nombres reales, se cuentan anécdotas sobre series de televisión  para 'romper el hielo', tal como lo hace Uma Thurman con el empleado de su pareja, que tiene que sacarla a cenar para demostrarle su fidelidad. Es cierto que en general el humor es viril, socarrón y machista, pero personajes como Mia aportan la verdadera imagen que Tarantino tiene de la mujer, con su carga de peligrosos caprichos e impredictibilidad.
Pulp Fiction tiene tres historias que se cruzan en algún momento, pero en cada una hay un tema de cambio de vida, de punto de inflexión que afecta a uno de los personajes. Los gángsters encarnados por Samuel L Jackson y Travolta debe liquidar a un soplón y es allí donde se produce un 'milagro': un novato que se esconde cuando los sicarios entran en la escena de la ejecución, la irrumpe a los tiros contra la pareja, que consigue salir ilesa. Reflexionando sobre el hecho uno de ellos decide dejar la vida delictiva. El boxeador que encarna Bruce Willis, yendo en contra de su contrato en el que debe 'ir a menos' en una pelea para emparejar las apuestas en favor de su contrincante, tiene un sueño que lo disuade a ir en contra de lo que acordó, knockeando a su rival, y huyendo de la escena. Y si a Marcellus Wallace no le cambió la vida para bien, le abrió 'un mundo de sensaciones'. En las dos historias hay un deus ex machina, un evento anormal que tuerce el rumbo de la historia.


La música dejó tanta mella como lo colorido de las historias. En Pulp Fiction se rompe la idea del score, de la música compuesta PARA el film, ya que aquí se agrupan canciones ya conocidas en un nuevo contexto. Es sabido que Tarantino es un dedicado coleccionista de discos, y en Reservoir Dogs, la voz en off de un locutor que anima con temas ítalo pop las escenas más crudas hace las veces de atenuante, como de hilo conductor, como una banda de sonido consciente de sí misma, como si fuera un personaje más, y no sólo un efecto incidental. En Pulp Fiction hay música surf, soul, y una escena en que Travolta y Uma Thurman bailan un tema de Chuck Berry en un concurso de baile en una 'tour de force' memorable. Al revés de lo que se pueda suponer, Tarantino no busca la música para determinada escena, sino que la canción le sugiere la historia, o el motivo de la escena.
Pulp Fiction fue un hito de economía de recursos, de austeridad, condimentada con un personalísimo sentido de la estética, y carácter atemporal, que fue en contra de la corriente imperante y sus tropos, anquilosados en valores propios del ATP, en favor del Prohibido para Menores, que salió del exceso y la vacuidad de los FX, para darle paso a lo substancial de la historia, perfecto equilibrio entre forma y contenido. Y si lo 'indie' se entiende hoy como cualquier film con colores glaucos, rostros inexpresivos, los mismos actores hieráticos, y la misma ausencia de vicisitudes memorables, allí estará Pulp Fiction, con sus colores chillones, sus saltos espacio temporales, su trama retorcida y su música atronadora. Inolvidable

DEUS EX MACHINA: 'Do you think God came down from heaven and...'

Sunday, May 04, 2014

Cuentos de la Calesita Embrujada III


Se sabe que los fantasmas son entidades incorpóreas e invisibles, tales como el viento, las sombras, o un suspiro, y como éstos son tan reales como cualquier hijo de vecina. Y así como los chicos juegan a la escondida, para hacerse invisibles por un rato, agachados entre risas, y aliento a chicle de menta, hubo un concurso, una competencia de fantasmas que se retaban para ver quién era más real. El relato que nos ocupa ahora fue dictado bajo la sombra de un árbol, en un suspiro del viento, al calesitero de la plaza que no quiero nombrar, que queda entre esas calles que no recuerdo.
En un aburridísimo domingo de invierno, cuando el frío parece de vidrio, y el viento chifla como una sirena, en un club de fantasmas, alrededor de una mesa, un grupo de espectros se consolaba esperando mientras tomaban fernet con soda y picaban algo. Total, como tenían toda la eternidad, y sus estómagos no tenían fondo, le daban al trago sin asco.
A uno de ellos, el que había sido contador, se le ocurrió un concurso para ver quién se hacía más conocido en el mundo de los vivos. Los cuatro habían llevado vidas tranquilas, anónimas, y anodinas, habían muerto de viejos, y por el hecho de nada trágico les había dejado la vida, no volvieron a vengarse de nadie, o a devolver ningún tipo de afrenta, ya que la muerte los había encontrado en sus camas, de viejos, y rodeados de familiares. Se podía decir que se aburrían tanto como en vida. Este contador fue eficiente, probo, y honesto; nunca robó nada, se jubiló, se deprimió, y se suicidó un 25 de mayo. Prometió ante los otros tres que volvería como un ladrón avasallante, y fue así que, aprovechando su invisibilidad, penetró en las bóvedas de los bancos, y en las joyerías, llevándose sacos abultados de dinero, que no pudo gastar, porque no sabía en qué.
El que había sido ferretero, también infeliz en su rubro, se pasó la vida entre cajas de tuercas, tornillos y arandelas, buscando la medida exacta de la pieza que los clientes le pedían. Tuvo insuficiencia cardíaca, y por estar casado con una insufrible, su corazón lo abandonó sin haber amado a una mujer que valiera la pena. Ya como fantasma, se anotó en una agencia matrimonial, y nadie lo llamó nunca porque su domicilio era el cementerio, y allí nadie atiende el teléfono.

El que había sido abogado, en su vida muy odiado, y defensor de gente injusta, quiso enmendar su daño, entregando la eternidad a ayudar a la gente en la calle: evitaba que alguna maceta cayera sobre un transeúnte, bajaba gatos de los árboles, devolvía cosas robadas, o le sacaba dinero del bolsillo a los ricos para dárselo a los pobres. Como para los fantasmas no hay policía, ni nadie que lo acusara, su provecho fue moderado, y por tanto su conciencia en algo quedó más limpia, aunque si un abogado en el cielo debería estar más que contento, uno en la tierra es todo un estorbo, fantasma o no. El cuarto fantasma había querido ser músico pero nunca lo logró. Tenía un montón de canciones de amor, de lo más modosas y complacientes, en su piano de media cola, soñaba con deleitar a miles de hembras con su canto melifluo, viajar por el mundo, y probar todas las drogas, pero se había contentado con dar clases en su barrio a pibes sin oído. Volvió como Lerner, y todavía no se ha ido.