Thursday, February 07, 2013

El Fin de Artie




Así como en cualquier telenovela argentina, donde las insolvencias e incoherencias de los guionistas se rellenan con muertes de personajes que se accidentan,  van presos  o  sufren de falsas cegueras, o falsas paresis en sillas de ruedas, he querido destruír a uno de mis personajes favoritos, Artie Shaw, el galán corazón de alcaucil, el sedoso clarinetista émulo de Benny Goodman, con bigotitos finitos tipo anchoa, que siempre desató la envidia de maldoror, el hombre sin sonrisa, por su éxito con las féminas. Un buen día de sol, y con todos los impuestos pagos, pulmón interno, y boleta en mano, maldoror invitó al bueno de Artie a una cata de vinos en su bodega. Le envió una ensobrada invitación donde 'por la presente tenga bien acercarse a mi aposento para la degustación de un reciente envío del excelente beaujolais 'Château Bidonville' cosecha 1961', la frase, escrita en brillante filigrana, le rielaba con hedonista brillo en los ojos, tal cual hace el vino en las copas. Conocida era la fama de eruditos sommelieres que tenían estos dos zampacuartillos, la cual ejercían en reputiadísimas fiestas donde se prodigaban atracones de todas las variedades y etiquetas, y los favores de dulces y curiosas féminas, las cuales siempre se iban del brazo de Artie, el guaperas. Maldoror había estado pensando vengarse de él, y hacerlo desparecer cuanto más no fuera, de la memoria ajena, cuando no la propia, tan tenaz y solícita a la hora de recordar los éxitos del farsante de Artie. Fue así como, en la locura del Carnaval, se encontraron los dos amigos en la casa de maldoror. Artie levantó la aldaba, que era una manito de bronce de las que hoy los pibes se roban de los barrios y, antes de que la dejara caer, maldoror ya le abría la puerta.

-Querido Artie, -le dijo en tono jovial-, éste es un encuentro afortunado. Pero, ¡qué buen aspecto tiene Ud. hoy! El caso es que he recibido un barril de beaujolais Château Bidonville, y tengo mis dudas.

-¿Dudas? ¿No pensarás que voy a caer en semejante treta?: Yo te pregunto '¿Qué dudas?', y vos me    contestás, 'Esta, la que tengo dura', o 'Duda, la podonga'. Es muy viejo.

-No, en realidad, pensaba, si no dudarías en entrar conmigo a la bodega, y si, después de probar el vino que adecuadamente envenené, caerías en sopor, para despertar encadenado, y ver cómo te voy tapiando en la más oscura de mis mazmorras, jajaja; esa sí que es muy vieja.

Como ambos habían leído a Poe (como dijo Freddie Mercury, 'Im just a Poe boy, from a Poe family') ambos rieron festejando el chiste. Bajaron las húmedas escaleras hasta el aún más humedo sótano y maldoror dispuso un primoroso mantel sobre una mesita por sobre la cual distribuyó quesos, copas y uvas. Las muestras del vino convocante se sirvieron en sendas copas con la ayuda de un 'ladrón de vidrio' que se introdujo en el 'falsete', o pequeño agujero que se le hace a la barrica en el lomo, donde se introduce esa pipeta de vidrio de tan curioso nombre.

Maldoror administró el servicio del rubicundo líquido, que fue yendo desde copa a boca donde no faltaron chistes, y risas, hasta que el anfitrión se excusó unos instantes y desapareció ocupado en algún menester en el wáter. Artie se quedó solo unos instantes para reflexionar a pesar de su ostensible obnubilación sobre una silla que daba vueltas como daba vueltas la mesa, y la habitación. De repente, tomó su copa de vino con la mano, y pensó ‘’¿Acaso Bidonville no es villa miseria?’’, y cayó redondo como una bolsa de papas sobre el piso de piedra de la bodega. Pero no despertó para ser tapiado. Maldoror era uno de esos espíritus sensibles que creen en la 'justicia poética', pero no para este tipo de venganza. El amigo Artie despertó con un baldazo de agua, desnudo y atado de pies y manos sobre una mesa de carpintería, y antes que se pudiera enamorar, le presentaron a Morgana, la que iba a ser su dominatriz disciplinaria. 





De nada sirvieron las lisonjas, mohínes, cumplidos, y demás vaselinas retóricas de Artie, porque, justamente, sin vaselina, y sin amor, a nuestro amigo lo pasearon por el todo el manual del S&M y el bondage: enemas, paleteadas en el ojete, asfixiantes máscaras de látex, encierro en ataúd, lluvias doradas, marrones, y multicolores. Pero el pepino de la torta lo puso maldoror, que aplicó esta hortaliza en el ya desvirgado culo de Artie, no sin que antes este suplicara como en el cuento del nativo de Virginia,
 '¡Por el amor de Dios, maldoror!'

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