Wednesday, January 29, 2014

Quevedo

Alcé los ojos y ví la Muerte en su trono, y a su lado muchas muertes. Estaba la Muerte de amores, la Muerte de frío, la Muerte de hambre, la Muerte de miedo, la Muerte de risa, todas con diferentes insignias. La Muerte de amores estaba con muy poco séquito. Tenía, por estar acompañada, porque no se le corrompiesen con la antigüedad, a Píramo y a Tisbe embalsamados, a Leandro y a Hero,  y a Mcías en cecina, y a algunos portugueses. Mucha gente ví que estaba ya para acabar debajo de su guadaña, y a puros milagros del interés resucitaban.
En la Muerte de frío vi a todos los obispos y prelados y a los más eclesiásticos, que como no tienen mujer ni hijos que digan que lo son, en estando malos cada uno carga con lo que puede y muere de frío.
En la Muerte de hambre vi  todos los ricos , pues como a gente bien mantenida, en cayendo malos todo es dieta y regla, de miedo de crudezas, de suerte que de hambre mueren, como los pobres de ahíto, a causa de que dicen que todo es flaqueza, y nadie entra que no les dé algo, y comen hasta que revientan y mueren.
La Muerte de miedo estaba la más rica y la más pomposa, con acompañamiento más magnífico, porque estaba toda cercada de gran número de tiranos y poderosos, por quien se dijo: Fugit impius nemine persequente. Estos mueren a sus manos, y sus sayones son sus conciencias y ellos son verdugos de sí mismos, y solo un bien hacen al mundo: que matándose a sí de miedo y recelos y desconfianza, vengan de sí propios a los inocentes. Estaba con ellos los avarientos, cerrando cofres y arcones y ventanas, enloqueciendo resquicios y hechos sepulturas de sus talegos, desvelados y pendientes de cualquier ruido de viento; los ojos hambrientos de sueño, las bocas quejosas de las manos y las almas trocadas de plata y oro.
La Muerte de risa era postrera, y tenía un gran cerco de confiados y tarde arrepentidos, gente que vive como si no hubiera justicia y mueren como si no hubiera misericordia. Estos son los que diciéndoles: ''Restituíd lo mal llevado'', dicen: 'Es cosa de risa'. Y diciéndoles: ''Mirad que estáis viejos y que ya no tiene el pecado que roer en vos; dejad la mujercilla que embarazáis inútil, que cansáis enfermo; mirad que el mismo diablo os desprecia por trasto embarazoso y la misma culpa tiene asco de vos, y el infierno se hace melindroso en veros; mirad que no hay que morir en vos'', responden: 'Es cosa de risa', que nunca se sintieron mejor. Otros hay que estando enfermos y exortándoles que hagan testamento, que se confiesen, dicen que se sienten buenos y que es cosa de risa, que han estado de aquella manera mil veces. Estos son gente que están en el otro mundo y que aún no se persuaden a que son difuntos.

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