'Tous les garçons peronistes, toujours ensemble nous réussirons'- los muchachos entonaban su canto de victoria de espaldas al sol del ocaso.La plaza de Mayo estaba teñida color sangre en bermejo bañada por el atardecer de un dia de gloria para los vampiros peronistas. El olor al ajo que masticaban se imponia como el limite entre los vivos y los peores, un distintivo de lo que estos inmortales habian conquistado a lo largo de los siglos en Sinisterra.Comian ajo a pesar de que les hacia tan mal como el sol. '...et comme toujours nous chanterons à pleine voix Viva Peron, Viva Peron'. Pero la marcha no lograba tapar los gemidos, la agonia de las decenas de empalados que hipaban, suplicaban un fin para su agonia, mientras algunos imberbes se dedicaban a embeber mendrugos en la sangre que caia por las estacas desde estos desdichados. El aire olia a fogatas, a sudor, a esperma rancio, a vida malograda, a estulticia no fingida, todo mezclado en un holocausto que echaba un humo retorcido, sin destino, indeseable para cualquier divinidad, por sanguinaria que fuera. Su movimiento ganaba mas y mas adeptos gracias a la falta de opciones: o eras Vampiro Peronista, o te mataban en la Plaza, victima de los perros cimarrones que pululaban en jaurias hambrientas. '¿Que festejan hoy?'-le pregunte a mi amiga que le daba de comer a su cotorra mientras escuchaba boleros de Rosamel Araya, o la cavernosa voz de Edmundo Rivero. 'No se. Siempre estan rompiendo las pelotas con aniversarios o cadenas nacionales' -me contesto sin mirar mas alla de la ventana, tan habitual era el espectaculo que no la obligaba a espiar. 'Las cadenas nacionales me hinchan menos las pelotas que la marcha. O los cacerolazos. Uno no es vampiro, uno necesita dormir'
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