Friday, October 09, 2009

Un Gato Locrio


(De la serie 'Animales talentosos')
Lester Young fue el primer gato que aprendió a tocar el saxo tenor. Antes de él, los gatos perseguían ratones, fornicaban en los techos de latón caliente, maullaban, y por lo que de tiempo les quedaba, lo ocupaban en dormir a bigote trémulo. O como cualquier otro animal, se unían a las unidades básicas del Partido Justicialista. Pero era el nuestro un gato (mal) criado en un ambiente medio burgués e hijo de profesionales. Ya mostraba aptitudes para la música de cámara desde pequeño, cuando afinaba en sus bigotes los pizzicatos de los cuartetos de cuerda de Beethoven ( en realidad, veces le daba en la tónica, veces no, no me rompan las pelotas, Beethoven sabía mas que cualquier otro gato de eso) Pero fue cuando Lester escucho el jazz, y su obsesión por la profusión de notas, que sus nervios se templaron para este tipo de música. Así fue como con otro gato amigo tiraron un piano de cola desde un noveno piso para saber qué nota producía al reventar contra el piso ¿Y qué nota se produce? No tengo las mas puta idea. Aparte, no hace a la historia, no me rompan las pelotas. La primera vez que Lester se encontró con un saxo fue en Rosario, cuando conoció al gato Barbieri, que era un gato que vivía a la vuelta de Lester. Barbieri le ponía mucha onda, pero no le encontraba la vuelta al asunto, y le terminó vendiendo el instrumento a Lester. Fue así como se encontró con el oro de su Rhin, y si bien a Lester nunca le gustó Wagner, enseguida pudo meter notas de Carmen, de Bizet (sur l'air, sur l'air) en cualquier composición que sonara en la radio. Nada mal. Era un buen comienzo; pero al año ya sabía escalas dóricas, jónicas y sepúlvedas. Con los gatos del barrio formó la 'Kool Kat Jazz Band'. Hacían standards como Body & Soul, My Man's Gone Now, y Caravan. Pero el número que se robaba la noche era una versión blues de la Cumparsita, que despachaban hasta tres veces por recital. Fue en uno de esos shows en Rosario que los vió mi gran amigo, y mentor de muchos artistas, el gato Duran, que lo llevó a que conociera a Johnny Allon. Y fue allí, en el Reventable Bailable de Once, que Lester, el gato más cool de esta parte del Paraná compuso sus Sonatas Toxoplamáticas, el blues 'Como Cobos no conozco', y la marcha peronista tocada al revés, infaltable a la hora de invocar a sindicalistas con ganas de escuchar cualquier cosa que no fuera cumbia.

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