Tuesday, May 11, 2010

Cagada de mosca (Ambrose Bierce)

(de 'El Diccionario del Diablo) s. Prototipo de puntuación. Garvinus observa que los sistemas de puntuación utilizados por los diversos pueblos que cultivan una literatura, originalmente dependían de los hábitos sociales y la alimentación general de las moscas que infestaban los diversos países. Estos animalitos, que siempre se han caracterizado por su amistoso compañerismo con los autores, con mayor o menor generosidad embellecen, según sus hábitos corporales, los manuscritos que crecen bajo la pluma, haciendo surgir el sentido de la obra por una especiae de interpretación superior a, e independiente de, los poderes del escritor. Los 'viejos maestros' de la literatura (es decir, los primitivos escritores cuyas obras eran tan valoradas por los escrribas y críticos que usarían el mismo idioma, jamás punteaban, sino que escribían a vuelo de pluma sin esa detención del pensamiento que produce la puntuación (Se observa lo mismo en los niños de hoy, lo que establece una notable y hermosa utilidad de la ley según la cual la infancia de los individuos reproduce los métodos y estadíos de desarrollo que caracterizan a la infancia de las razas) Los investigadores modernos, con sus instrumentos ópticos y ensayos químicos, han descubierto que toda la puntuación de esos escritores antiguos ha sido insertada por la colaboradora de los escritores, siempre tan ingeniosa y servicial: la mosca doméstica o musca maledicta. Cuando esos viejos manuscritos fueron pasados en limpio, ya sea para apropiarse de las obras o para preservar lo que probablemente consideraban patrimonios celestiales, los literatos que los sucedieron se ocuparon de copiar con cuidado todas las marcas que encontraron en los papiros y pergaminos, y de ese modo la lucidez del pensamiento y el valor general de la obra se vieron milagrosamente realzados. Los autores contemporáneos aprovechan de los copistas, por supuesto, esas marcas para su propia creación, y con la ayuda que les prestan las moscas de su propia casa, a menudo rivalizan y hasta sobrepasan las viejas composiciones, por lo menos en lo que atañe a la puntuación, que no es una gloria desdeñable. Para comprender plenamente los importantes servicios que la mosca presta a la literatura, basta dejar una página de cualquier novelista popular junto a un platillo de crema y melaza, en una habitación soleada, y observar cómo el ingenio se hace más brillante, y el estilo más refinado, en proporción directa al tiempo de exposición.

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