Monday, October 11, 2010

3x4


Tocando eran unos animales. Patán el Perro al piano, el Conejo Tarantino en la batería, Chivo Valdés en el contrabajo, y Locrio el gato en el saxo tenor, naturalmente. Después de comer sopa paraguaya y queso de chancho con vino tinto, los ánimos estaban más que ahumados para zapar. Era la costumbre reunirse en el PH del conejo para hacer variaciones sobre tangos, o valses, e imbuírlos del regocijo lúdico de la jam sessions, que también tenían mermelada con pan, por lo general, de naranja. Alguna vez Patán había aventurado una composición en mi sostenido que iba poniéndose demasiado larga e intrincada. Había salido en un hotel, por eso le pusieron 'La Holiday Inn Suite'. Claro que esa vez estaban muy distraídos por las réplicas en miniatura de whisky que había en el minibar de la habitación, y por las gatitas, conejitas, y perritas que les habían asignado como scorters. Eran otros tiempos y había chandon en vez de vino tinto, y caviar en vez de queso de chancho, pero a cada Locrio le llega su Cancha Rayada. En otras épocas, en esas fiestas de los Alzaga Unsué en el Morocco, o en la quinta de los Revoira Lynch Arribálzaga. Había unas gatas que, de puro generosas, te dejaban tomar champán de sus zapatos de taco alto, mientras se sacaban medias con liguero, y se empolvaban la nariz en el baño. Epocas de drogas que acompañaban la prosodia de la vida de entonces: Marc Rivotril en la guitarra (sedado, sentado, sedante) cuando no Rita Leena en la voz (fijación oral, remilgues innecesarios, glissandos 'litonebbiáticos'). Pero eran otros tiempos: menos 4x4, que es música disco con tracción en las cuatro ruedas, y más 3x4, como el vals que ahora lo tenía a Chivo Valdés como contrapunto del Conejo Tarantino.

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