Wednesday, November 07, 2012

900 Abuelas

Digamos que en un lugar muy remoto del Universo había una vez un brujo muy malo llamado, quizás, Arrhenius, que envidiaba a los argentinos porque tenían demasiados feriados no laborables. Por eso, y porque no la ponía nunca, decidió elaborar un castigo a nivel cósmico, como para emparejar las cosas. Como sabía mucho de genética, porque había ido a la escuela técnica, generó los embriones de 900 abuelas hinchapelotas, los cuales esparció sobre la atmósfera terrestre. Algunos cayeron en la Argentina, y germinaron, cuales semillas, convirtiéndose en peligrosas plantas carnívoras, como la socialista Alicia Moreau de Justo, o la actriz Mirtha Legrand. Pero la que me tocó a mí no tiene parangón. La convivencia con mi abuela ya lleva casi 14 meses desde su fractura de cadera. le dejaron una pierna más corta que la otra, y un nieto irrecuperable para cualquier tipo de actividad que no implique abulia y/o alcoholismo. Su convalescencia (¿obsolescencia?) la tiene en la cama como su residencia casi permanente, lo cual implica  que tengo que levantarla para que vaya al baño, bañarla, o como hoy, DESPERTARLA PORQUE SE ESTABA CAGANDO (cuando pasé al lado de su cama advertí un hilito de mierda negra, consecuencia de la ingesta de hierro y laxantes, que se bifurcaba desde su ano) Pero lo más curioso es su deterioro mental, que aveces se acentúa por algún episodio febril nocturno, que la pone a hablar pavadas, o a nombrar gente ya muerta. es curioso, pero de noche me llama Ricardito, o Daniel, cuando de día soy Diego. Este dedoblamiento, o transfiguración me tiene desconcertado...¿cuándo dejo de ser yo para ser Daniel, o Ricardo? Estos sosías míos según mi abuela, son mejores o más buenos que yo (aunque ya no sé a qué aludo cuando digo 'yo'): 'El otro chico era más bueno, tenía más paciencia'. Y ya que somos tres, páguenme otros dos sueldos. A propósito de esto último: la otra mañana, después de una noche bastante mala me preguntó, 'Cuando pongo la escupidera debajo del monedero, y hago fuerza, ¿la plata cae en la esupidera?' En un ejercicio surrealista digno de Buñuel había puesto a la función excretoria como un facilitador del sustento, como en El Perro Andaluz, figura que Buñuel extrajo de Freud y su analogía entre las heces y los lingotes de oro.

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