Friday, November 09, 2012

Quedáte Conchita, Andáte Conchuda


Si bien este blog nunca tuvo un contenido político demasiado pronunciado, es inevitable permanecer abstraído de lo que viene pasando en ese ámbito en los últimos diez años. 2002 fue precisamente el año en que la crisis de representatividad tuvo su tránsito más agudo (5 presidentes en una semana, desocupación, salida de la equivalencia dólar-peso, etc) Allí apareció Eduardo Duhalde, un  peronista de centro derecha, por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, un líder que supo sanear la economía depués de la incautación de los fondos a particulares  (el Corralito) situación que derivó desde el interregnum  posterior a la caída de DeLa Rúa a a la convocatoria a elecciones en las que el presidente provisorio Duhalde propuso al ignoto y poco promisorio  gobernador Néstor Kirchner como candidato contendiente para enfrentar al desgastado y veterano Carlos Menem. Pero Kirchner resultó ser un regalo griego, ya que aprovecho las estructuras establecidas por su mentor Duhalde (red de punteros y manzaneras, los canales derivativos y aglutinantes del populoso conurbano bonarense y sus numerosos votantes, en su mayoría población carente de servicios básicos y acuciada económicamente) Nestor Kirchner se revela como un vehemente y carismático líder, reminiscente del peronismo más  setentista, con sus contubernios de guerrilla urbana, y recambio generacional, lo que significó el divorcio con Perón, y con el peronismo, un movimiento socio-político metonímico y personalista) Y cuando Néstor Kirchner muere en 2010, deja como presidente a la ya electa Cristina Fernández, su esposa, y un país donde, a pesar de la relativa bonanza económica, propiciada por la exportación de soja, el clima político se enrarece y se crispa por lo sesgado del discurso, una amalgama o pastiche de ideas en las que se advierten las doctrinas de pensadores nacionalistas como Jauretche, las tácticas de conflicto de Trotsky, y el extremismo de shock cultural de Gramsci. Este discurso virulento, lleno de aristas y maniqueísmo los lleva a adueñarse, por medio de una fluída caja compradora de conciencias, de los soportes de comunicación pública. Así, diarios, revistas, canales de televisión, y sitios de internet, comienzan a reverberar en la frecuencia del discurso oficialista, el cual adquiere tonos épicos, místicos, de revolución cultural pomposamente autapodada 'el relato', una versión cristalizada, preconcebida y fatalista de la historia de los últimos años que siempre lleva al punto álgido y definitivo del momentum 'K' como el epitome de dicho proceso (otra vez la metonimia del peronismo, un apellido como síntesis de un proceso histórico, una metonimia que confunde el nombre, el continente, el signo, con la cosa misma, la esencia, cuando en realidad es la misma engañifa de siempre, un montón de ladrones que apelan a la demagogia y a las dádivaspara perpetuarse en el poder) pero lo peor es la huella ideológica que deja esta sucesión de gestos (Kirchner bajando el cuadro de Videla en la ESMA) asociaciones (filósofos K  redactores de panegíricos, historiadores K que escriben el libreto del Relato, actores K que encarnan las nuevas versiones de la historia) y oposiciones ( el medio de comunicación que no reverbera en la vibración K es estigmatizado como anatémico, el que no está con K, está contra K) Y esto último me recuerda al cristianismo y su irrupción en la historia, adueñándose del Imperio Romano, es comparable a  Kirchner y su apropiación de las viejas estructuras de la política, como su dogmatismo nominalista ( el discurso como creador de la realidad -El relato-), los símbolos y la iconografía como forma automática  de identificación de evocación de un difuso mundo ideal en el que se mezclan dudosas marcas de una tradición de justicia social, estatismo irracional en un contexto anacrónico. Si los montoneros eran los hijos de la clase obrera que la irrupción del peronismo favoreció, estos transversales  conversos a la fe K son los perfectos discípulos, ambiguos hijos putativos del ambiguo Perón, un líder paternalista que predicaba la lealtad, pero que no adhería a nada en particular, que adulaba las masas sin identidad para propiciar su personalismo, y que ungía como herederos a hijos y entenados, multiplicando así las antinomias (el peronismo contiene lo mismo, y lo distinto, con la única condición de abrazar la doctrina)...pero, ¿y Conchita? Nada, déjenlo tranquilo, pobre Ricardo

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