Saturday, April 05, 2008


Daba un poco de vergüenza verlo a Artie Shaw en bolas y con un consolador en el orto.No era el final mas decoroso para un playboy internacional, lagarto de las mas putas fiestas en Cannes y Studio 54, crema y nata del jet-set, el aglutinador del polvo de estrellas. El fiscal de distrito y su ayudante lo dieron vuelta y la sonrisa de este hombre era, aparte de un rictus petreo y desgradable, la prueba tacita de que la habia pasado muy bien, tambien esa noche. Por toda la habitacion, las evidencias hablaban de una joda a todo culo. Porque aparte de consoladores, habia restos de drogas y preservativos por doquier. Botellas vacias daban cuenta de las horas gastadas en un cojinche infernal, amenizado con champagne y cocaina. Pero fue un perito el que encontro las orejitas de la conejita. En efecto, la noche anterior se habia realizado la eleccion de la mas linda de la costa este en la mansion playboy, y el solicito Artie, nunca ajeno a las congregaciones de rubias, lujo y musica estridente, consiguio una invitacion del bueno de Hugh. Esa noche tocaba Dizzy Gillespie y las limousinas dejaban salir mujeres de pleyade selecta, hembras de lidia envueltas en organza y graciles ahusadas como las copas de champagne que portaban mientras se movian como flotando por el salon de baile. Fue alli que una de las conejitas accedio a acompañar al guaperas a una habitacion. Se dieron roces avivando mas y mas la inminente combustion, cuando la rubia dijo tener algo muy interesante para convidarle. Era cocaina, que discretamente ella dispuso en lineas sobre un espejito del tocador. Animada por el estimulante, y a la sazon del fragor de ser penetrada por detras, la conejita enardecida saco de su cartera un godemiche de los que se ocultan con facilidad bajo una almohada. De repente, y casi sin que Artie se diera cuenta, ella unto un poco de vaselina alcanforada en el instrumento, y luego en el recto de el. Pronto el adminiculo entraba y salia con frenesi del culo del hombre mas deseado del ambiente, mientras el decia que no, y ella le susurraba al oidocon sibilante jadeo: 'Tuz labioz dizen que no, pero tu proztata dize que zi'.Era un caso de muerte por placer, si cabe el termino. 'Esa sonrisa'-musito el fiscal-'parece una epifania'.

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