COSMOPOLITAN

Nada pasaba en la villa 31 hasta que un OVNI se estrelló en el barro de la miseria argentina. Justo en una esquina, donde los transeúntes se reunieron para ver qué era lo que había ca'ido del cielo. De la nave salió un alien que pronto se unió al quehacer del barrio: tareas en el comedor comunitario, piquetes, etc. Fue en una de esas manifestaciones, dentro de un Carrefour para pedir comida para la Navidad, que Raquel conoció al alien. Ella, estudiante de psicologia, rubia, 28 años, buscaba crema de enjuague en la sección perfumería cuando encontró el miembro del extraterraqueo...¡33 centímetros! Ella intercambió algunas palabas con él, él la elogió en el idioma de Alfa Centaurii, y como todo ET caballero(no era ningún caído del cielo) la invit'o a pasear en su nave. Juntos hablaron el idioma del amor, que no sabe de especies ni de mundos separados por años luz. Aterrizaron en la terraza del departamento de ella, y después de prodigarle ella un apasionado pete en el ascensor, pasaron a su dormitorio donde empezó un conocimiento carnal de otro mundo (escena junto a la ventana, cortinas blancas que rozan el cuerpo de ella, flous, música de Bryan Ferry, tanga que se desliza dolorosamente por sus caderas) Después, en la cocina, ella se hizo una edible bikini de crema chantilly en spray y él, despues de chuparla, la atacó por detrás, sobre la mesa, en 4 patas (ella, no la mesa). En el baño, bajo la ducha, ella levanta una pierna, él la posee (la cámara toma el agua que se va por el desagüe) En la cama, Raquel jadeando después de varios orgasmos, pide una tregua. El se va a la heladera, ella llama a su amiga. "-No sabés, Belén, la tenía que agarrar con las dos manos" (El chueco Suar tira el guión sobre el escritorio delante de mí: "Esto no es para un publico familiar. Probá suerte en ideas del sur'')